Cómo afrontar el último adiós de nuestra mascota

La pérdida definitiva de nuestro perro, gato, hurón, conejo, canario, tórtola, hámster, pez…. (por muy pequeño o aparentemente “poca cosa” que  sea para aquellas personas que no tienen la fortuna de haber desarrollado y sentido esa empatía hacía estos compañeros de viaje) es en muchas ocasiones la primera experiencia o encuentro que tenemos con la muerte.

A fin de cuentas, en muchas ocasiones, «mejor amigo» no es sólo un slogan.

Mascota: «Animal que sirve de talismán y que trae buena suerte»

Es frecuente que en el día a día del veterinario, oigamos expresiones de los propietarios como “el día que se muera, me muero yo”,  “no sabes lo que me ha ayudado este animal”, “sin él, no me habría recuperado de un momento muy duro”, etc.

En otras muchas ocasiones, es la única compañía de personas mayores que incluso, a pesar de tener varios hijos y nietos, se sienten solas en la vida y por ejemplo, “Tyson” es quien les obliga a salir de paseo todos los días, les escucha y en definitiva, les acompaña. La realidad es que centrándonos en España , la edad media de la población humana va en aumento y es cada vez más frecuente que su mascota sea verdaderamente lo único que les estimula cada día.

En cuanto a los niños, convivir con una mascota les hace más responsables, respetuosos y sensibles con los animales. Es muy emotivo cuando acuden a la clínica veterinaria preocupados porque su animal tiene algún problema. Ellos, los niños, nos enseñan todos los días mejor que nadie a interpretar y valorar ese vínculo ancestral que existe entre el ser humano y los animales que nos han acompañado desde hace, al parecer,  unos 10.000 años. Dicen los psicólogos que muchas veces la pérdida de una mascota, es el primer encuentro con la muerte para los niños y que en el fondo, es una experiencia positiva que les enseña a gestionar las diferentes etapas del duelo.

Desde luego, en Clínica Veterinaria Loranca, recomendamos tras una pérdida dejar pasar un tiempo, mayor o menor en cada caso, pero desde luego pasar todas la fases del duelo antes de introducir un nuevo miembro en la familia. Sabemos que en Fuenlabrada, desgraciadamente es muy fácil ver por ejemplo algún gatito indefenso en la calle, pero, es mejor darse un tiempo.

Nos resulta duro y complicado a los veterinarios afrontar y plantear a los propietarios que se puede estar aproximando ese momento del que nadie quiere hablar. Empatizamos absolutamente con la persona o familia a la que en general conocemos hace muchos años.

No se puede expresar por escrito el sentimiento de responsabilidad con el que cargamos cuando se deposita en nosotros la confianza de hacer pasar por el quirófano al animal y menos aún cuando, afortunadamente de manera excepcional, “algo se tuerce” y se tiene que comunicar a un propietario el fallecimiento de su mascota.  

Las etapas del duelo

Están descritas todas las fases o etapas del duelo y consideramos que son aplicables, con pequeños matices,  por igual tanto a la pérdida de una persona como a la de una mascota. No siempre suceden de forma tan claramente separadas pero si más o menos en su conjunto.

  1. FASE DE NEGACIÓN:

Negamos la realidad, no queremos asumir lo sucedido. Entramos “en bucle” pero es una etapa que nos ayuda a que el cambio de ánimo no sea tan brusco. Si esta etapa no llega a su fin, no se llega a aceptar el suceso.

  • FASE DE IRA:

Fase en la que se buscan culpables porque consideramos que la pérdida de nuestro animal es consecuencia de alguna mala o tardía decisión bien por parte de propietario o del veterinario. Aparecen sentimientos de rabia y frustración.

  • FASE DE NEGOCIACIÓN:

Negociamos con nosotros mismos, retrocedemos en el tiempo y tratamos de cambiar la historia para intentar evitar el fatal desenlace. Es una fase breve en la que empezamos a RECORDAR los mejores momentos compartidos con nuestro animal.

  • FASE DE DEPRESIÓN:

            La palabra que resume esta fase es VACÍO.  Dolor, pena y melancolía. Aquí es cuando   creemos que hay que evitar la tentación de “sustituir” rápidamente al animal por otro.           Es insustituible y se debe valorar mucho la responsabilidad y obligaciones que se         adquieren de nuevo.

  • FASE DE ACEPTACIÓN:

Cuando llegamos a esta fase, ya somos capaces de SONREIR al recordar a Trico, Goofy, Lua, Toby, Gorda, Nefer, Pichón…. y  hemos superado, que no olvidado, la pérdida  asumiendo que vamos a continuar nuestro camino y que él o ella ya lo recorrieron.

Para terminar…

En resumen, creemos que hay que respetarlos, quererlos, cuidarlos, disfrutarlos y RECORDARLOS. No hay peor frase que “pero si solo era un perro, cógete otro”, afortunadamente semejante barbaridad solo la puede decir un ser ¿humano?                     

Comments

  1. Daniel Ruiz Fernández.

    Pues sí Diego, tienes totalmente la razón, el artículo explica fehacientemente la realidad, es muy duro que se te vaya un angelillo de estos, da igual el tamaño físico, el importante es el tamaño del vacío que nos deja, es duro, pero hay que pasar por cada etapa y al final recordar a ese bichito o bichote como lo que fué, uno más de la familia y que le intentamos dar lo mejor. Un saludo.

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